A veces, los CHSF tenemos que poner nuestros conocimientos profesionales al servicio de una comunidad amenazada por fenómenos paranormales que llegan a aterrorizar a la población. El caso que pasamos a comentar ocurrió no hace mucho tiempo durante las fiestas patronales de una remota aldea de Lugo. El pacífico regocijo y la sana diversión de sus habitantes se vieron amenazados por un extraño fenómeno que llegó a asustar seriamente a los lugareños (más exactamente, a las mujeres casadas): durante la fiesta mayor, que se celebraba en la campa que hay a la puerta de la Iglesia Parroquial, se produjo un inexplicable fenómeno.
Aunque el Señor Cura había excusado su asistencia al baile, entretenimiento éste que, como es sabido, la Santa Madre Iglesia no contempla con buenos ojos, algunos lugareños varones, entraban en la Iglesia para recogerse unos momentos (pues lo cortés no quita lo valiente, ni el bailar la devoción). Pero sus esposas pudieron apreciar que, tras su estancia en el Templo, mostraban síntomas extraños, de desconcierto. El rudo campesino que había entrado en la Iglesia pleno de vigor, volvía con andar titubeante, como transtornado, los ojos vidriosos y aire estupefacto. Todos se negaban a hablar de lo que les había ocurrido en la Iglesia. Pero, que algo inexplicable ocurría, era seguro. Cuando el sepulturero, tras su estancia en la Iglesia y ante el horror de los circunstantes, sacó a bailar a una cántara, cundió el pánico.
Aunque el Señor Cura había excusado su asistencia al baile, entretenimiento éste que, como es sabido, la Santa Madre Iglesia no contempla con buenos ojos, algunos lugareños varones, entraban en la Iglesia para recogerse unos momentos (pues lo cortés no quita lo valiente, ni el bailar la devoción). Pero sus esposas pudieron apreciar que, tras su estancia en el Templo, mostraban síntomas extraños, de desconcierto. El rudo campesino que había entrado en la Iglesia pleno de vigor, volvía con andar titubeante, como transtornado, los ojos vidriosos y aire estupefacto. Todos se negaban a hablar de lo que les había ocurrido en la Iglesia. Pero, que algo inexplicable ocurría, era seguro. Cuando el sepulturero, tras su estancia en la Iglesia y ante el horror de los circunstantes, sacó a bailar a una cántara, cundió el pánico.
El baile de la cántara. No nos inventamos nada. Todo fue real.
Asustadas, algunas matronas del lugar, pidieron ayuda a una delegación de CHSF que, casualmente, nos encontrábamos en la aldea realizando un estudio de campo sobre la Estrella de Galicia, confiadas en que nosotros seríamos capaces de desentrañar el misterio. Nos dijeron que nuestra reputación nos precedía incluso en tan alejados confines y que -ante la ausencia del Señor Cura- éramos su última esperanza. Accedimos.
Domigongon y Pcbcarp, haciendo gala de la intrepidez que nos caracteriza, penetramos en la misteriosa Iglesia sin más equipo que una linterna y una estampita de San Baco, quedando fuera Arturo, Eva y María como retaguardia por si las cosas se ponían feas. El paisanaje aguardaba expectante y se oían en el impresionante silencio unas oraciones -musitadas con devoción- que nos acompañaron al interior.
Aparentemente, todo era normal.
Nada que llamara especialmente la atención. Pero...
Sin embargo... Nada escapa al entrenado olfato de un CHSF: Una fuerza extraña, muy sutil, nos atrajo hacia el confesionario.
¡Ajá! Otro misterio resuelto.
Haciendo uso temporalmente del sistema de sonido de la fiesta, Eva fue encargada de tranquilizar a la población civil con algunas generalidades sobre las técnicas científicas empleadas para purificar la Iglesia.
Domigongon y Pcbcarp, como investigadores principales, demuestran que los síntomas que traían de cabeza a las casadas del lugar eran inofensivos por el simple expediente de cantar el Himno de Caballería con la desenvoltura que los caracteriza.
Para dejar patente que el Misterio también era inofensivo para el bello sexo, María participó en la demostración, cantando "Ojos verdes" con mucho sentimiento.
Eso sí, cuando Arturo se tomó en serio lo de tranquilizar a la gente, y se marcó un baile (episodio que, como todo CHSF sabe, era inédito haste ese momento) decidimos marcharnos antes de que los acontecimientos nos superaran: somos CHSF, pero -al fin- humanos.
Y, de esta forma, celosos de nuestra responsabilidad como CHSF, tuvimos la satisfacción de dejar el pueblo tranquilo entre las muestras de agradecimiento de sus habitantes. Un nuevo misterio resuelto por CHSF en su acrisolada lucha contra la supersticion y el oscurantismo.
Otro enigma resuelto. Pero.......¿seguro que no había ninguna fuerza oculta, extraña? Algo muy fuerte debía haber en el lugar:¡Arturo bailando! Probablemente aún esta poseído. El viernes habrá que bañarlo en Mahou milagrosa y tratar de sacarle el "bicho".
ResponderEliminarQue orgulloso estoy de pertenecer a esta estirpe de CHSF, y que orgulloso estoy de Arturo, aunque me cuesta creer que bailara, deberíamos ver un video donde se apreciara el movimiento, ya que la foto pude ser solo una pose.
ResponderEliminarY luego dicen que ir a la iglesia es aburrido.
ResponderEliminarSi el vino de misa es de alta graduación alcohólica vale la pena entrar, desde luego!
Ya veo que se lo pasan en grande y me alegro!
Por cierto, el baile de la cantara lo podiamos poner de moda para este verano y forrarnos.
ResponderEliminarQué sería del mundo sin gente como vosotros. Ese espíritu científico y hebrio deberían enseñarlo en los jardines de infancia los psicólogos y pedagogos.
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